El Extraordinario
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T1 E6.

Podría haber sido peor

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39:05 min

T1 E6.

Podría haber sido peor

Hay epidemias más contagiosas, más letales, más difíciles de erradicar… La pandemia de la covid-19 podía haber sido mucho más dura y nos ha dejado una lección importante: es imprescindible diseñar un futuro basado en el concepto de “salud global”. La ciencia y la colaboración son las claves para combatir futuras pandemias.

Por
  • Ricardo Cubedo
  • Mar Abad
05.04.2021
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MAR: Hace muchos años leí La peste, de Albert Camus. Eran tiempos en los que lo más contagioso que conocíamos era la gripe. Y entonces me pareció una buena novela. Y ya. 

Pero después de vivir la pandemia de la covid-19, entiendo por qué La peste está considerada una obra maestra. En sus primeras páginas cuenta algo que solo ahora somos capaces de entender:

 

LA PESTE: Las plagas son una cosa común. Pero es difícil creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras. Y sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas.

 

MAR: Primero nos pillan como a unos incautos. Después nos cuesta aceptarlas. Y algunos incluso las niegan. 

 

LA PESTE: La plaga no está hecha a la medida del humano. Por lo tanto, el humano se dice a sí mismo que la plaga es irreal. Es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa. Y de mal sueño en mal sueño son los humanos los que pasan.

 

MAR: Hoy somos iguales que en aquel mil novecientos cuarenta y tantos… 

“¡Que pase! ¡Que pase ya! Volvamos a la normalidad”.

Como si aquí no hubiera ocurrido nada. 

 

LA PESTE: Nuestros conciudadanos se olvidaban de ser modestos y continuaban

haciendo negocios y planeando viajes. ¿Cómo hubieran podido pensar en la peste, que suprime el porvenir y los desplazamientos? Se creían libres y nadie será libre mientras haya plagas.

 

MAR: La peste habla de una epidemia de fiebre amarilla que arrasó Orán en mil novecientos cuarenta y algo.

En los primeros días aparecieron ratas muertas hasta debajo del felpudo. El doctor Rieux miraba por la ventana con inquietud. Había visto morir a los primeros enfermos de la peste y estaba descorazonado por lo que podía venir. Porque sabía que aquello era solo el principio.

Intentaba recordar todo lo que sabía de las plagas del pasado. Reflexionaba. Todo estaba pendiente de hilos. Pero lo importante era hacer bien su trabajo. 

 

MAR: El doctor Ricardo Cubedo vivió ese primer momento de desconcierto cuando, a principios de 2020, llegó la pandemia de la covid-19. 

Cubedo es médico especialista en oncología y divulgador científico. Y ahora, después de haber pasado un año tratando a los enfermos de covid en el hospital, también se para a reflexionar. 

Y no está tan desmoralizado como el doctor Rieux en las primeras páginas de La peste porque ya empieza a ver la puerta de salida.

 

RICARDO: Para mí, en la segunda mitad de la pandemia aparece cuando aparecen las vacunas.

Y con la vacuna tenemos el principio del final. Entonces me parece a mí que es momento de empezar a reflexionar sobre cosas con un poquito los faros, más de las luces largas de largo alcance.

 

MAR: Mirar la pandemia de la covid-19 con perspectiva y compararla con otras epidemias.

 

RICARDO: Y algo que a mí me ha dado por pensar desde el principio de la pandemia es todo lo que podía haber sido peor. Porque ha sido muy malo, ha sido horroroso, está siendo fatal, pero muchas cosas podían haber sido peor.  Y dentro de lo que ha pasado, yo creo que podemos considerar que hemos tenido suerte en algunas cosas.

 

MAR: Las personas que se vieron sorprendidas por la fiebre amarilla en La peste sintieron exactamente lo mismo que sentimos nosotros cuando llegó la covid-19. Es una especie de exilio en tu propia casa.

Una nostalgia punzante, un futuro borroso y un presente resbaladizo.

Algunos veían días sin norte, pero otros se dieron cuenta de que no había más remedio que reconciliarse con su tiempo. Y esta lista de peores escenarios que ha hecho el doctor Cubedo es una lista de reconciliación con el presente.

 

RICARDO: Yo he elegido 10. Podrían ser 7 o podrían ser 15, pero 10 es un número redondo. Y lo que voy a intentar explicar es 10 maneras en las cuales la pandemia por SARS-Cov-2 podía haber sido muchísimo peor de lo que es.

 

ESCENARIO 1

 

MAR: Primer escenario del que nos hemos librado:

 

VOZ: “La pegatina”.

 

RICARDO: La primera forma en la cual la epidemia por coronavirus podía haber sido peor es que fuera más contagiosa. Lo que da la contagiosidad de una enfermedad infecciosa es eso que llaman el número R.

El número R es fundamentalmente las personas que por término medio tú contagias. Si el número R fuera exactamente igual a 1, siempre habría el mismo número de enfermos. Si el número es mayor de 1, cada vez hay más gente contagiada. Cuando conseguimos que la R rebaje de 1, empezamos a solucionar el problema y en eso estamos. Cuando se alcanza la inmunidad, ya sea porque todo el mundo ha pasado la enfermedad, ya sea porque mucha gente se ha vacunado, la R es menor de 1. Cada persona empieza a contagiar a menos de otra persona y empieza a solucionarse la pandemia. El número R de la gripe normal, la de todos los años, es aproximadamente 1,3. La de la gripe española era mayor, era de 1,4; 2,8. 

 

MAR: ¿Y cómo es el número R de la covid-19?

 

RICARDO: La R del coronavirus sin tomar medidas, sin llevar mascarillas, sin practicar distancia social, sin lavarse las manos, es aproximadamente de 3. Es decir, calculamos que cada persona que contrae la enfermedad, aunque sea asintomática, aunque no sepa jamás que la ha tenido, contagia por término medio a otras tres personas. Pues bien, el sarampión tiene una R de 18, es la enfermedad más contagiosa que conocemos. Es decir, seis veces más que el coronavirus en su peor momento. 

El coronavirus es mucho más contagioso que la gripe, pero podía ser muchísimo más contagioso todavía. Si fuera tanto como el sarampión, estaríamos enfrentándonos a un problema seis veces peor.

 

MAR: Menos mal que la covid-19 no es tan contagiosa como muchas otras enfermedades. Una persona con covid puede contagiar una media de 3 personas más. Pero la polio y la viruela contagiaban hasta 7. 

 

ESCENARIO 2

 

MAR: Segundo escenario que no nos habría gustado nada: 

 

VOZ: “El viaje”.

 

RICARDO: La segunda posibilidad es que fuera más mortífero, que fuera más mortal. La mortalidad por covid, por SARS COV 2 depende muchísimo de muchas cosas, pero sobre todo de la edad. Es el factor más influyente. Por debajo de 30 años muere una persona de cada mil entre 30 y 40 años. Ya es 3 veces más, pero todavía es una cifra que no asusta. Es 3 de cada 1000 por encima de 40 años y hasta los 50 ya es un 1 por ciento. Ya empieza a hacer pupa, ya es 1. Perdón, ya es 10 de cada 1000. Entre 50 y 60 años multiplicamos otra vez por tres. Estamos treinta personas de cada mil que se contagian mueren. Es un 3 por ciento. Cuando la cosa empieza a ponerse fea de verdad es por encima de los 60 años, por encima de los 60 años ya estamos en mortalidades del 5 por ciento y cuando se acercan a los 80 años llegan al 15 por ciento.

 

MAR: Y esa cifra es muy alta.

 

RICARDO: Estamos en el rango de las cirugías más peligrosas que existen. Si te tuvieran que hacer una extirpación del esófago porque tuvieras un cáncer, una extirpación del páncreas, porque tuvieras un cáncer, una gran cirugía de la aorta, entrarías con mucho, mucho, mucho miedo al quirófano porque son cirugías con una mortalidad bastante alta. Exactamente la misma mortalidad del coronavirus cuando ya tienes entre 50, 60, 70 años, que no es ninguna broma, pero es que si tienes más de 80 años, la mortalidad es del 20 por ciento. La mortalidad 20 por ciento es la de un infarto agudo de miocardio, que es una de las enfermedades que tienen una mortalidad más más alta. Pero estamos hablando de un tope en el peor de los casos, de un 20 por ciento. La mortalidad del ébola era del 90 por ciento entre el 50 y el 90 por ciento. Si la mortalidad del coronavirus fuera la mortalidad que tuvo el ébola ayer habrían muerto 8000 personas en España. [00:08:44]

 

MAR: Nos hemos salvado de que la covid-19 no sea tan letal como, por ejemplo, el ébola o la rabia.

 

ESCENARIO 3

 

MAR: Tercer escenario que no hubiera tenido ninguna gracia: 

 

VOZ: “El aire”.

 

RICARDO: La tercera cuestión en la que podía haber sido peor la epidemia por coronaviruses en cuanto a la transmisión. coronavirus se transmite fundamentalmente por el aire y tienes que estar cerquita, coronavirus no va a cruzar volando la acera y te vas a contagiar porque alguien al otro lado de la avenida vaya respirando, coronavirus. Tienes que estar próximo, tienes que estar en un lugar mal ventilado, tienes que estar en un lugar atestado.

 

MAR: Aquí hay cierta escapatoria…

 

RICARDO: Imaginad lo que sería si se transmitiera por el agua o se transmitiera por la comida. Y no es una hipótesis ni mucho menos de ciencia ficción. El cólera, el tifus, la hepatitis A son enfermedades muy comunes. Quien los tachan escuchando dirá Cómo que comunes? Bueno, porque estás pensando en términos de un país desarrollado, vete a un país de Sudamérica o un país africano del sudeste asiático. Y el cólera y el tifus es absolutamente cotidiano. O la hepatitis A se transmiten por el agua. Imagínate que no tuvieras seguridad en el agua que bebes. Imagínate que no tuvieras seguridad en las verduras que comes. Esa es otra manera en la cual la paranoia del coronavirus nos podría afectar muchísimo más. Si más o menos nos aislamos. Nos podemos sentir seguros, pero cómo nos sentiríamos inseguros si pensáramos que cada vaso de agua que bebemos pudiera estar contaminado por coronà virus?

 

RICARDO: Da cosita. ¿Verdad?

 

MAR: Menos mal que la covid no se contagia por el agua que bebemos.
Llevar una mascarilla, lavarse bien las manos y mantener cierta distancia con otras personas es mucho más sencillo que controlar la calidad del agua. 

 

ESCENARIO 4

 

MAR: Cuarto escenario mucho más chungo: 

 

VOZ: “Los mensajeros”.

 

RICARDO: coronavirus solo vive en personas y solo se transmite de forma directa por la respiración o todo lo más por un objeto muy cercano.  Una botella de vino que da la vuelta a una mesa, el pasamanos del metro, pero sigue siendo un contacto muy directo. Hay muchas enfermedades que se ocultan en algún lugar, generalmente en algún animal, y eso es a lo que llamamos un reservorio. Y se nos puede transmitir del animal, directamente o a través de algo intermedio, que es lo que llamamos vector.

 

MAR: Es lo que ocurre, por ejemplo, con la rabia.

 

RICARDO: La rabia se transmite directamente, pero se esconden los animales en animales domésticos como los perros o en animales salvajes. Y la rabia solamente se ha controlado de nuevo. Creemos que está controlada porque lo vemos todo bajo el prisma de un país desarrollado, ni mucho menos. La rabia está controlada en todo el mundo, sigue oculta en un reservorio que son animales salvajes, como los zorros, por ejemplo, o en animales domésticos como los perros. Peor son todavía los que hay un vector intermedio que te lo puede transmitir. El ejemplo más característico es la peste. La peste que es la enfermedad infecciosa que peores epidemias ha ocasionado, se ocultaba en las ratas que eran reservorio y se transmitía a través de las pulgas que era el vector. Es relativamente fácil, con muchas comillas, vacunar de rabia a todos los perros. Es imposible controlar a todas las ratas, es imposible controlar a todos los mosquitos. Y hay muchas enfermedades que se transmiten por mosquitos, por vectores de mosquitos. ¿Cómo? Pues la fiebre amarilla o una epidemia que aquí en Europa no nos suena mucho, pero que en América si. El virus zika que dio lugar a una epidemia hace no muchos años y se transmitía por los mosquitos. Imaginemos qué sería si no pudiéramos controlar el coronavirus porque se escondiera en los pájaros y pudiera transmitirse a través de los aerosoles de las heces de los pájaros a las personas. Sería algo muchísimo, muchísimo más difícil de controlar.

 

MAR: Tenemos suerte de que la covid-19 se transmita por las gotitas respiratorias que expulsamos cuando respiramos, hablamos, cantamos, tosemos o estornudamos. Habría sido mucho más difícil protegerse si las ratas o los mosquitos propagaran la enfermedad. 

En La peste lo contaban así:

 

MARCUS: Si las estadísticas seguían subiendo, ninguna organización, por excelente que fuese, podría resistir: los hombres acabarían por morir amontonados y por pudrirse en las calles.

 

ESCENARIO 5

 

MAR: Quinto escenario que ¡a ver qué hubiéramos hecho!:

 

VOZ: “Los perricos”

 

RICARDO: A mi hay una posibilidad que me da particular escalofríos, que es la posibilidad de que SARS COP 2 el virus que ocasiona la enfermedad covid 19 afectará a los animales domésticos, a los perros y a los gatos.

Pero los afectará de verdad, porque la verdad es que sí que los afecta. Hay casos en los que se han comunicado de gatos, de perros, de leones, de tigres y de gorilas que generalmente se han contagiado o bien por sus dueños o bien por sus cuidadores. 

 

MAR: En Dinamarca se produjo una tragedia horrible con los visones.

 

RICARDO: Dinamarca es la primera potencia mundial en granjas de visones para peletería y en los visones aparecieron muchos de ellos contagiados por coronavirus, por una variedad además mutada y por una variedad que parecía que podía rebotar a las personas. Que pasó. Que mataron 15 millones de visones en Dinamarca.

 

MAR: Los daneses se enfadaron muchísimo. La popularidad del Gobierno cayó un 20% y el ministro de Agricultura tuvo que dimitir.

 

RICARDO: Imaginar qué sería si tuviéramos que sacrificar a todos nuestros perros y nuestros gatos. Cuando digo todos es hasta el último. Yo tengo dos gatas en casa. Si realmente no hubiera sido excepcional, sino que fuera común, que coronavirus, se escondiera en los gatos, escondieran los perros y pudiera de ahí pasar a las personas, no habría habido otro remedio. Habríamos tenido que sacrificar a todos nuestros animales domésticos. Ya lo hicimos con las vacas.

 

MAR: Fue en la epidemia de las vacas locas o, en su nombre médico, la ence-falo-patía espon-giforme bovina.

 

RICARDO: En 1999 y 2000 se sacrificaron cuatro millones y medio de vacas que eran fáciles de controlar porque estaban en granjas. Y generalmente las vacas no salen a pasear, pero los perros y los gatos sí. De manera que, aunque no hubiera sido ni mucho menos más grave, imagínate el dolor como especie humana que sería si hubiéramos tenido que. Para controlar la epidemia, no solo vacunarnos, sino además haber llevado a nuestro perrito al veterinario de abajo a que lo sacrificaran.

 

MAR: Menuda nos hemos quitado de encima con que la covid no contagie a los perros, los gatos, los pájaros, los hámsters y todos los animales con los que nos gusta vivir.

 

ESCENARIO 6

 

MAR: Sexto escenario de muchos más apuros: 

 

VOZ: “Las pintas que me llevas”.

 

MAR: El primer paso para protegerte de tu enemigo es reconocerlo por las pintas que lleva. Y eso son los antígenos: la pinta que tienen.

 

RICARDO: Los antígenos son la parte del virus que reconocen nuestras defensas como si fueran sus talones de Aquiles. Hemos tenido suerte de que el coronavirus tiene esas espinitas que se pintan en todas las infografías, que es la parte del virus que reconocen las defensas y es extraordinariamente estable. Es prácticamente siempre la misma. Hemos necesitado millones de personas contagiadas, quintitrillones de copias de virus dando la vuelta al mundo un año para que empiecen a aparecer algunas variedades. La variante inglesa, la sudafricana, la brasileña en las cuales esa proteína, haya variado un poquito y empieza a ponernos alguna dificultad en cuanto a la vacunación y en cuanto a la inmunidad. Pero no todos los gérmenes son así, ni muchísimo menos. Podía coronavirus perfectamente haber sido como la gripe en la cual los antígenos cambian cada año, también cada año. Y la vacuna de un año no nos sirve para la siguiente. Es parecida. A veces nos vale un poquito, a veces nos vale más, pero siempre tenemos que cambiar esa vacuna. Y la vacunación no nos sirve más que para un año y no tenemos la más mínima esperanza de erradicar la gripe jamás del planeta Tierra. Eso podía perfectamente haber sucedido con coronavirus. Si coronavirus hubiera mutado con mayor frecuencia a sus antígenos. Tendríamos que estar pensando no como los erradicamos, sino como nos acostumbramos a convivir con él para siempre. 

 

MAR: Y hay una situación aún peor.

 

RICARDO: Hay enfermedades cuyos antígenos de alguna manera son invisibles al sistema inmunitario. De manera que nuestras defensas no actúan contra ellos y de manera que es prácticamente imposible generar una vacuna, porque una vacuna no hace más que mimetizar nuestro sistema inmunitario natural y el sistema inmunitario natural no ve los antígenos del germen. No hay prácticamente esperanza de crear una vacuna, y hay un ejemplo muy conocido por todo el mundo, que es el SIDA.

 

MAR: La primera vez que se habló del sida fue en junio de 1981. Aunque todavía no tenía nombre. Hablaban de una “extraña neumonía entre jóvenes homosexuales de California”. 

De esto hace ya 40 años. Cuatro décadas.

Y ahora alguien podría decir: 

“Hemos sido capaces de desarrollar una vacuna contra la covid en menos de un año ¿y no somos capaces de hacer una contra el sida?”.

 

RICARDO: Pues no, no hemos sido capaces. Y la razón es que nuestro sistema inmunitario no reconoce al virus del SIDA. Perfectamente eso podía haber sucedido también con el coronavirus, de manera que ni tuviéramos vacuna, ni siquiera fuéramos inmunes a la enfermedad una vez hubiéramos tenido contacto con el microbio.

 

MAR: Menos mal que el virus del Sars-Cov-2 tiene esas protuberancias que le dan pinta de virus despelujao en vez de ir camuflado y que a nuestro sistema inmunitario le cueste reconocerlo. 

 

ESCENARIO 7

 

MAR: Séptimo escenario de ¡madre mía, qué complicación!: 

 

VOZ: “La invasión”.

 

RICARDO: La séptima forma en la cual podría haber sido peor la pandemia hace referencia a cómo afecta el virus a nuestro cuerpo.

 

MAR: Y el doctor Cubedo lo ve muy parecido a una invasión. Como en las guerras, o las películas de conquistas, o los videojuegos, o el tablero del Risk.

 

RICARDO: Si tú no fueras una persona, fueras un país. Pues una forma muy clásica de invadirte es por mar. No quieres invadir un país, buscas una playa más o menos desierta que no esté vigilada y desembarcas en la playa. Yo no he hecho la mili, pero estableces eso que los estrategas militares llaman una cabeza de playa. Pero no te quedas en la cabeza de playa, sino que intentas es lo más rápidamente posible buscar una carretera que lleve a la ciudad importante más cercana a esa playa y a partir de ahí ya puedes empezar a hacer mucho más daño.

Tu playa para el virus es la garganta. Es por donde llega el virus. El fondo de la garganta es el sitio donde te meten el palito. El virus llega allí por tu nariz o llega por tu boca o llega por tus ojos. 

Porque en el canto externo de los ojos hay un tubito por donde desaguan las lágrimas iban a parar al fondo de la garganta. Por eso cuando lloras te sale salada la boca y por ahí es por donde llega el virus. De la misma manera que un ejército no quiere quedarse en una playa que le sirve de poco. El virus tampoco quiere quedarse en la garganta y busca una carretera que lleve una ciudad importante.

Y la carretera es tu tráquea y la ciudad importante son tus pulmones. Es la pulmonía. El principal problema del coronavirus. Los médicos que hemos trabajado en los hospitales, lo que hemos hecho casi en el 100 porciento de los casos, es luchar contra la pulmonías, porque por algún motivo el virus tiene una creencia por el pulmón y casi sólo por el pulmón. Es verdad que puede afectar a otros órganos, pero no nos ha dado grandes problemas, pero no tiene por qué haber sido así. Perfectamente podía haber tenido seis o siete objetivos. Podía haber dado meningitis. Podía haber dado endocarditis infectando el interior del corazón. Podía haber dado hepatitis con fallo hepático, podía haber dado nefritis obligándonos a hacer diálisis a todos los pacientes porque le hubieran fracasado los riñones. Podían haber dado vasculitis afectando a los vasos sanguíneos con la consiguiente quadro de hemorragias y trombosis. Bien, pues hemos tenido suerte de que con todo lo malo, casi nos hemos tenido que concentrar solamente en un órgano vital que son los pulmones.

 

MAR: Y para el doctor Cubedo, que la covid se centre en los pulmones, supone un pequeño respiro.

 

ESCENARIO 8

 

MAR: Octavo escenario que hasta cuesta imaginar: 

 

VOZ: “Los paisajes”.

 

RICARDO: En cuanto a la octava forma de haber sido peor la epidemia, pues me acuerdo de un novelista portugués que es Saramago, Premio Nobel y que publicó en el 95, me parece una novela que se llamaba Ensayo sobre la ceguera y era una epidemia de ceguera. De repente era una ceguera en que la gente, si no recuerdo mal, en lugar de ver negro, veía blanco, pero se quedaban ciegos y nadie sabía cuál era la causa y todo el mundo se quedaba ciego. Y eso, pues uno se puede imaginar a la catástrofe social que daba lugar.

 

MAR: Ensayo sobre la ceguera arranca con un hombre, metido en su coche, ante un semáforo, incapaz de arrancar. El resto de vehículos lo esquivan como pueden. Los peatones se acercan a ver qué le pasa a ese coche parado en medio de la carretera. Y dentro ven a un hombre que gira la cabeza hacia todos los lados y grita:

 

TOÑO: ¡Estoy ciego!

 

MAR: La covid afecta a los sentidos del gusto y el olfato.

 

RICARDO: Afecta a la pituitaria realmente. Es decir la pituitaria está en la parte alta de tu nariz y es una zona de mucosa muy especializada que sirve para oler. Y está demostrado que Sars Cov 2 es capaz de invadir la pituitaria y por eso se te quita el olor. Pero no solamente eso. El los nervios olfatorio se parten de la pituitaria. No son solo nervios, son muchos nervios pequeñitos que atraviesan tu cráneo y llegan al cerebro y usando como pequeñas carreteras esos nervios. El virus es capaz de llegar hasta el cerebro y es verdad que coronavirus infecta al cerebro. No da lugar a grandísimos problemas, pero llega allí a través de los nervios olfatorio. Perfectamente podría haber sucedido que el coronavirus invadiera el nervio óptico y que no perdiéramos el olfato, que perdiéramos la vista. 

 

RICARDO: No estoy diciendo que nos quedáramos ciegos. Estoy diciendo que perdiéramos la vista durante 15 días, un mes o tres meses. Y de verdad que quisiera que hicierais el ejercicio de imaginarlo, de imaginar que vives con tu hijo o vives con tu pareja y que igual que tu pareja, pues ha contraído el coronavirus y tosía y tenía fiebre y se quejaba de que no tenía olfato, que esa persona que convive contigo se hubiera quedado ciega, ciega durante 3 semanas. ¿Qué sería eso? O sea? No, ya no, ya por la disrupción de la vida cotidiana, por el puro miedo. Aunque todos los médicos del mundo te juren que vas a recuperar la vista. ¡Qué espanto sería quedarse ciego! Tres semanas, tres días. Y eso es una posibilidad que podía haber sucedido, así que le agradecemos mucho al coronavirus que haya elegido el olfatorio en lugar del nervio óptico. 

 

MAR: Desde luego, porque si ocurriera como en Ensayo sobre la ceguera, iríamos cayendo, uno tras otro, en cegueras fulminantes.

 

ESCENARIO 9

 

MAR: Noveno escenario que este… ¡este ni pensarlo!: 

 

VOZ: “Los churumbeles”.

 

RICARDO: La novena posibilidad es la que más miedo me daría si no fuera médico. Y durante un tiempo pensé ponerla como la última. Y la verdad es que es aterradora. Y es que hubiera afectado. No que hubiera matado. No a los ancianos, sino a los niños.

 

RICARDO: La mortalidad en las residencias de ancianos, en general, ha sido el 10 por ciento en España, en algunos lugares de Madrid del 17 por ciento. Es una salvajada. Es uno de cada diez ancianos en una residencia han muerto por coronavirus. Párate un momento, hace un momento de reflexión e imaginad uno de cada diez niños en la guardería muertos. Imagínate el pánico social. Imagina la revolución. Y no es especialmente raro. Casi todas las enfermedades infecciosas. Su epidemiología tienen una forma de u. Quiere decir que tienen un pico al principio los niños y un pico al final. Los ancianos, lo cual es muy lógico porque los niños todavía no han desarrollado un sistema inmune maduro, porque no han estado en contacto con suficientes gérmenes y en los ancianos ya se ha debilitado con el paso del tiempo, igual que se les ha debilitado las uñas, las córneas o el corazón. 

 

MAR: También hay enfermedades infecciosas que se han cebado con los adultos jóvenes. La gripe de 1918 mató sobre todo a personas sanas entre 20 y 40 años. 

 

RICARDO: Hemos tenido muchísima, muchísima suerte de que el SarsCov2 haya respetado a nuestros niños. Seguramente tiene que ver con el hecho de que algunas otras variedades de coronavirus forman parte de los catarros estacionales. Y probablemente estos hipótesis, esos catarros, esos mocos que han pasado los niños en todos los inviernos, les haya dejado cierto grado de inmunidad. Cierto grado de protección frente al Colona virus, al SarsCov2. Pero me da igual. Quiero decir, la razón me da lo mismo. El agradecimiento es que no ha pasado.

 

MAR: Es un alivio que la covid apenas ataque a los niños. 

Hay enfermedades más crueles, como la poliomielitis, que afecta sobre todo a los más pequeñitos: a los menores de 5 años.

 

MAR: Décimo escenario para soltar un suspiro de lo que nos hemos librado: 

 

VOZ: “La cordura”.

 

RICARDO: La última razón, de cierto alivio en cuanto a la pandemia por cobrar, es eso de decir menos mal que no, pues menos mal que no era. Una infección por priones en lugar de virus, y supongo que nunca habéis oído hablar de un prion. 

 

MAR: Pues no… Vamos a ver primero qué es un virus y así luego podemos ver las diferencias con un prion.

 

RICARDO: Un virus no es exactamente un ser vivo. Un virus es una cosa entre medias de lo vivo y lo inerte entre medias de un bicho y una cosa es material genético, casi puro material genético, casi puro que tiene la capacidad de introducirse en tus células y hacer que tus células lo multipliquen. 

 

MAR: Ahora veamos qué es un prion.

 

RICARDO: Un prion es casi lo mismo, pero en lugar de ser material genético, es una proteína. Es lo más simple que uno se pueda imaginar. Es una simple proteína. Las proteínas. Si pudiéramos mirarlas con un microscopio suficientemente potente, veríamos que tienen una forma. Están envueltas, plegadas, arrugadas, de una manera determinada. Y es esa forma en la que están plegadas la que les da su función peculiar. Los priones son proteínas mal plegadas.

 

MAR: ¿Y qué consecuencias tiene que estén mal plegadas?

 

RICARDO: Tienen dos propiedades espantosas. Una de ellas es que tienden a acumularse en grumos. Se van pegando unas a otras y generalmente se acumulan en el cerebro. Y esos grumos de proteínas impiden que nuestro cerebro funcione de forma correcta.

A diferencia de los virus, los priones no se multiplican. Lo que hacen es una cosa peor. Consiguen que tus proteínas, las que tú ya tenías, las normales del cerebro, las imiten y se desplieguen y se plieguen de forma incorrecta. Y cuantas más hay, a más proteínas llaman y cada vez ese grumo de proteínas en tu cerebro es mayor. Eso es una enfermedad por prion.

 

MAR: Una de las enfermedades por priones más conocida es “el mal de las vacas locas”.

 

RICARDO: La enfermedad de las vacas locas era una infección por priones. De alguna manera esas proteínas aberrantes llegaban al sistema nervioso de las vacas y conseguían alterar el funcionamiento cerebral. Andaban mal, se comportaban de forma errática y por eso parecía que estaban locas. Y de ahí el nombre de la enfermedad. Por fortuna, hay muy pocas enfermedades humanas por priones, pero las hay. Hay una enfermedad que se llama la enfermedad de Quraysh Feliú, Nabokov, que es exactamente la enfermedad de las vacas locas en humanos. Es más, parece que se consiguió demostrar que algunos adquirían esa enfermedad contagiados por el prion de las vacas locas. Por eso se sacrificaron millones de vacas en todo el mundo.

 

MAR: Hay otra más. Y está relacionada con la antropofagia.

 

RICARDO: Hay una enfermedad que se llama el Kuru. Está en Papúa Nueva Guinea o estaban Papúa Nueva Guinea y se transmitía de una forma muy peculiar. Se transmitía por el canibalismo, canibalismo que duró hasta relativamente reciente. Pero una de las peculiaridades de las enfermedades por priones es que pueden tener un período de incubación de hasta 20 años, de manera que aunque desaparezca la forma de transmisión, la enfermedad sigue apareciendo y apareciendo y apareciendo. 

 

MAR: Y otra que es para quitarte el sueño…

 

RICARDO: Hay otra muy curiosa también que se llama al insomnio fatal. Es una enfermedad por priones en que la gente acaba muriendo y la principal o la primera manifestación es el insomnio y es una enfermedad por priones.

 

MAR: ¿Por qué ha dejado el doctor Cubedo la enfermedad por priones como el peor escenario posible? ¿Por qué es la peor pesadilla para los médicos?

 

RICARDO: Un prion no es un microbio, es una simple proteína. El gel no te vale, una proteína no desaparece con el gel hidroalcohólico, la mascarilla no te vale, es suficientemente pequeño como para atravesar lo que sea. No hay vacuna, ni la puede haber ni la habrá jamás, porque es una proteína en esencia, exactamente igual a todas las proteínas de tu cuerpo. No hay tratamiento posible. El período de incubación puede ser durante años, pero tarde o temprano la enfermedad va a aparecer y es siempre, siempre, siempre mortal, es siempre, siempre, siempre incurable. Si alguien tiene que imaginar una epidemia capaz de acabar con la raza humana, uno imaginaría una epidemia por priones.

 

MAR: Visto así, ¡de menuda nos hemos librado esta vez!
Y ya tenemos los diez escenarios de esta reflexión titulada
“Podría ser peor”.

 

RICARDO: Lo que quería transmitir es la idea de que no es lo peor que nos podía haber pasado y sobre todo, que no es lo peor que nos puede pasar en el futuro, porque con toda seguridad no va a ser la última epidemia, la última pandemia que suframos la especie humana. Y yo creo que es una ocasión extraordinaria para aprender, pensar las forma en la que todo podía haber sido peor. Creo que es un punto de partida bueno para empezar a prepararse para el futuro y empezar a crear una conciencia de un concepto nuevo que es el de la salud mundial, el de la salud global. Cuando uno. Piensa en salud mundial Enseguida yo creo que piensa en epidemias de cólera en África subsahariana y no se trata de eso. Es algo muy parecido al concepto de paz mundial de todo el mundo. Creo que tiene claro que que no haya guerras en ninguna parte del mundo nos beneficia a todos. Y creo que desde el mismo punto de vista, el que no haya enfermedades o el que haya menos enfermedades posibles. En ningún lugar del mundo nos beneficia a todos. Ese sería el concepto de salud mundial. Y a partir de ahora yo creo que debería de empezar a pensarse en la salud como un objetivo global, internacional, transversal de toda la humanidad y quizá pensar en todo lo malo que podía haber sido nos puede ayudar un poquito.

 

MAR: La novela La peste llega a una conclusión parecida.

 

MARCUS: Los prisioneros de la peste se debatieron cómo pudieron. Y algunos de ellos llegaron incluso a imaginar que seguían siendo libres. Que podían escoger.

Pero, de hecho, se podía decir que la peste lo había envuelto todo. 

Ya no había destinos individuales, sino una historia colectiva que era la peste y unos sentimientos compartidos por todo el mundo.

 

MAR: Cuando por fin desapareció la fiebre amarilla, el doctor /rgiu/ Rieux miraba por la ventana las celebraciones de la gente, y pensaba algo que se aprende en las plagas:

 

MARCUS: Hay en las personas más cosas dignas de admiración que de desprecio.

 

MAR: El doctor escuchaba los gritos de alegría que subían por la ciudad. Y a la vez pensaba en lo que había leído en los libros. Que los virus no desaparecen. Que los bacilos pueden permanecer muchas décadas dormidos en los muebles. Esperando en las alcobas, en las bodegas. Y que puede llegar un día que otra peste despierte a las ratas y las mande a morir a cualquier lugar.  

Guerras y epidemias matan por igual, pero, como dice el doctor Cubedo, es curioso que no olvidemos las guerras y olvidemos las epidemias. Quizá porque el bando ganador se encarga de perpetuarse en monumentos, aniversarios, arcos del triunfo…
Y a los virus y las bacterias no las queremos ni nombrar. Pero ahí están. Y volverán. Y la mejor noticia es que tenemos la ciencia, la medicina, los sanitarios y la colaboración de las personas, para que no nos puedan hacer daño.

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