T2 E4.
T2 E4.
Aurora Rodríguez ha entregado su vida a un fin: tener una hija que consiga liberar a las mujeres de la esclavitud en la que han vivido durante milenios. Aurora vive por y para eso. Y si algo se tuerce… ¡pum!
FLIPANDO Pero matar a su hija...
Ha sido la decisión más grave, trascendente y dolorosa de mi vida, pero tenía que hacerlo saltando por encima de mis sentimientos de mujer y de madre, y lo he hecho.
CON GRAVEDAD Un día de finales de julio de 1933, por la mañana temprano. Redacción del periódico La Tierra.
EXPECTANTE ¡Hola, Josefina!, ¿qué tal fue en la cárcel? ¿Qué le ha contado Aurora?
ESPANTADA Bff… No puede imaginarse… No puede imaginarse, don Mariano… Al final me dejaron estar toda la tarde con ella y…
LA INTERRUMPE ¡Venga, venga, póngase a la máquina ahora mismo, que vamos a ser los primeros! ¡Vamos a darles el pisotón a los demás periódicos!
Mm… A ver cómo titulo la interviú…
Hablamos con Aurora Rodríguez en la cárcel
Abro comillas: PULSACIÓN DE MÁQUINA DE ESCRIBIR
No me arrepiento de matar a mi hija.
Cierro comillas. PULSACIÓN DE MÁQUINA DE ESCRIBIR
Firmado por: Josefina de Guzmán
Llegamos a la calle de Quiñones.
ÉNFASIS Y LENTITUD EN LAS PALABRAS PARA QUE, ANDREU, PUEDAS AMBIENTARLO DE FORMA MUY GRÁFICA
Está triste, húmeda, renegrida.
Y oímos esos cantables de quien cada mañana se busca la vida.
Agua, azucarillos y aguardiente… 🎵
Al comienzo de la calle hay un caserón viejo y desvencijado. Es un edificio que lleva siglos dando tumbos. Primero fue convento, luego cuartel y ahora es la Cárcel de Mujeres.
Nunca na bueno.
El edificio está poco menos que en ruinas. Entramos a un portalón ancho, oscuro, maloliente y al fondo vemos una puerta de hierro cosida a cerrojos y cerraduras.
AGRESIVIDAD DE CARCELERO ¡De aquí no sale ni Dios!
Nos llevan a un locutorio grande y destartalado que no tiene un solo mueble. La habitación está partida en dos por una reja de barrotes gordísimos que deja a un lado a la reclusa y al otro a la visita.
Oímos un cerrojo que chirría y aparece doña Aurora Rodríguez, la madre de Hildegart.
La madre del cordero… Qué empeorada está… 🎵
Doña Aurora avanza despacio hacia nosotros. Y parece que en su rostro no han pasado dos meses. ¡Han pasado diez años! Está pálida, demacrada, incluso vieja. Tiene los ojos rojos y las ojeras le llegan hasta los pies. Pero va vestida impecable, como siempre. Y como siempre, muestra una serenidad matemática.
SERENA, CONVICCIÓN Gracias por haber venido. Muchas gracias.
Estoy tan perpleja que no acierto a devolverle el saludo. Pero doña Aurora es lista. ¡Muy lista! Y lee en mis ojos la pregunta que no me atrevo a formular. Va hacia la reja, se aferra a los garrotes con sus dos manos, y muy segura de sí misma, va dejando caer estas palabras:
FRÍA No, no estoy arrepentida de lo que hice. Por mucho que me duela, ¡y nadie sabrá nunca lo que me duele!, tenía que suceder lo que sucedió. Y si cien veces me viese en la misma situación, cien veces haría lo mismo.
Tampoco ahora me sale una palabra de la boca… y doña Aurora, enérgica, altanera, añade:
ENÉRGICA Y que nadie crea que estoy loca. Ni ahora ni en el momento de la tragedia. La mañana que maté a mi hija estaba tan serena como ahora. Más serena quizá.
Ya sé que dicen que estoy perturbada. Y quizá incluso lo digan con el deseo generoso de defenderme. Pero no es verdad. Estoy perfectamente normal. No maté a Hildegart en un arrebato de locura. La maté porque tenía motivos y razones lógicas.
La razón tiene razones… que el corazón no entiende… 🎵
ACTITUD RECUERDO Razones lógicas para matar a su hija…
Es tan salvaje lo que ha dicho, y viendo mi mirada de rechazo, se apresura a decir:
Sé que no es fácil entender mis motivos. Incluso he dudado si tenía que pronunciar una sola palabra. Y si lo hago, no es para defenderme. Me da igual lo que los jueces hagan conmigo. Lo que quiero es que los que admiraban y querían a Hildegart conozcan el caso y puedan juzgarme a conciencia.
Venga, habla.
Para empezar quiero hacer una afirmación categórica.
FRIALDAD Hildegart no llegó a la vida por casualidad ni por el placer animal de sus padres al engendrarla.
Nació con un objetivo, con una misión ideal de la que no podía desviarse por ninguna debilidad humana.
Yo, que la creé, que la hice, que la formé durante todos estos años, sé perfectamente dónde debía llegar y cuándo empezó a flaquear.
Es mi muñeca de carne… Es mi Frankenstein… 🎵
Doña Aurora hizo de su hija una continuación de sí misma. Hildegart era una herramienta. Un instrumento para alcanzar sus ideales. Había invadido tanto la vida de su hija que…
… éramos una misma y sola persona.
Todo iba como la seda mientras Hildegart fue su marioneta. Pero cuando la joven dio señales de vida propia, la cosa se torció…
Gepeto matando a Pinocho a tiros.
Hildegart no estuvo a la altura de la misión que debía cumplir. Y no fue solo culpa suya…
Hay algo que viene de atrás. Hildegart no solo era hija mía… y ahora sé que no acerté a encontrar al varón adecuado para concebirla.
De aquí viene toda la tragedia.
Josefina, ¿cómo lo lleva?
Pues… llevo ya dos cuartillas. La entrevista va a ser larga.
Le he puesto dos páginas en el planillo. Y divídalo en módulos con distintos titulares, para que sea más fácil de leer… y más impactante. Piense buenos titulares…
No hay nada que pensar, don Mariano… Ya los da doña Aurora…
Mm… Ahora tengo que contar de dónde viene todo… y a este bloque lo voy a titular…
«Aurora Rodríguez quería un muñeco de carne y hueso»
Doña Aurora siente un desprecio invencible por las mujeres que traen hijos al mundo sin un ideal de perfeccionar la humanidad. Con asco y desprecio, dice:
No quiero que confundan a la madre con la vulgar paridora, que se limita a traer hijos al mundo que no son más que eslabones que continúan la cadena del mal. Hijos que son explotados o explotadores. Esclavos y esclavizadores…
Para mí, un hijo que no venga a perfeccionar el mundo con su talento no tiene por qué nacer.
Doña Aurora tenía esta idea desde que era muy joven. Desde el tiempo en que aún vivía con sus padres en El Ferrol y su sobrinito pequeño se fue a vivir con ellos. El niño se llamaba Pepito Arriola.
Yo estaba loca de contenta. Había realizado mi ideal de un muñeco de carne y hueso. Jugaba con Pepito y le enseñaba todo lo que sabía. Cuando tocaba el piano, sentaba a Pepito a mi lado y un día…
Este niño es un genio… Nos ha salido un portento… 🎵
… Pepito apoyó sus manecillas en el teclado y empezó a tocar. No podía entender lo que estaba viendo. Pepito tocó los mismos compases, los mismos acordes, pero arrancaba al piano tonalidades nuevas. Era una música que parecía salir de una orquesta en vez del viejo piano familiar.
Yo estaba atónita… Reía y lloraba a la vez.
Así descubrieron que Pepito era un niño prodigio. Primero le pusieron un profesor de música, después lo llevaron a Madrid, ¡luego a París!, y muy pronto se convirtió en un músico famoso.
Pero Aurora sintió que le habían arrebatado a su niño, a su muñeco de carne, y entonces decidió que alguna vez tendría el suyo, ¡el suyo propio!, y que nadie, nunca, podría quitárselo.
Era joven y agraciada según los que me conocían. Tenía algunos pretendientes que querían casarse conmigo, pero yo no quería contraer matrimonio con nadie. Yo solo quería tener una hija.
Una chiquilla de mi propiedad… que nadie me pueda robar… 🎵
RABIA Aurora no quería casarse ni patrás.
Odiaba a los hombres porque decía que habían esclavizado a las mujeres a lo largo de toda la historia.
EN PAREADO Pensaba… que si se casaba, 🎶
su vida sería… parir y fregar. 🎶
Pero ella lo que quería era liberar a las mujeres de ese maldito infierno.
Buscaba a un hombre que no legase a mi hija taras de ninguna clase y que no pudiera reclamarme nunca al ser que naciera de mis carnes. Busqué durante mucho tiempo, hasta que un día creí encontrar al hombre ideal. Y ese día…
DESDE LEJOS Josefina, llevaba usted razón. Aquí no paran de salir cuartillas.
Es que no puede imaginar la historia que me ha contado doña
Aurora… Y aún me queda lo más increíble…
Entonces no se entretenga. Ya me encargo yo de buscar las fotos.
Gracias, don Mariano.
Que cuando acabe, si le quedan fuerzas, no estaría mal que se pasara por la tertulia política de la Cacharrería, para que le cuenten cómo van las cosas en el Gobierno.
Claro. ¡Me apuro!
Sin placer, sin deseo y sin pasión
Aurora pasó unos años buscando a un hombre sano de cuerpo y de mente. Buscaba a un hombre inteligente, sin remilgos ni gazmoñerías.
No era nada fácil, pero un día, cuando menos lo esperaba, apareció en El Ferrol un hombre alto, fuerte y de palabra inteligente. Acababa de llegar de América y a Aurora se lo presentaron como un marino.
SONRIENTE Y SEDUCTOR Encantado, señorita Aurora. Sí, soy marino, efectivamente. Pero también soy sacerdote.
¡Hostia, tú!
Aurora era la única que no se escandalizó de este hombre llegado de ultramar y le propuso que salieran a pasear juntos.
En estos paseos vio que era un hombre muy culto. Sabía de arte y de filosofía. Era amable y era alegre.
Y así, poco a poco, Aurora lo fue acercando al único asunto que le importaba en su vida.
20 AÑOS MÁS JOVEN ¡La sociedad está envilecida por malas pasiones! ¡Está enmarranada de apetitos inconfesables! ¡La humanidad necesita ser redimida y encauzada por un camino más noble!
¡Y qué alegría se llevó cuando vio que el cura estaba de acuerdo!
¡El marinero beato pensaba igual que ella!
Infieles, pecadoreees… y esa panda de cabroneees… 🎵
Aquellos paseos eran una especie de examen de aptitud. Y cuando
Aurora vio que el sacerdote cumplía los requisitos de inseminador, le dijo con frialdad:
CON TRASCENDENCIA DE REDENTORA Yo quisiera tener un hijo… ¡una hija mejor! que sea capaz de alcanzar alturas que yo no podré alcanzar nunca.
Deseo ser madre, pero como no es posible sin contacto con varón, me gustaría que el contacto fuera lo más leve posible.
A Aurora un peneee… le da un asco que se muereee.... 🎵
Quisiera que un hombre colaborase conmigo en la obra. Y que en el acto, estuviera ausente de mente y ausente de placer carnal.
Ese hombre tiene que ser único y excepcional. Debe ser un hombre que no pueda encargarse de esa hija y, sobre todo, que no me la reclame nunca.
El cura, firme, con sus ojos clavados en los de Aurora, le contestó:
FIRME Usted sabe que soy marino y sacerdote. Soy dos veces libre.
Si necesita un hombre para su cometido y yo le sirvo, aquí estoy. Me interesa su idea por su grandeza, no por lo que pueda haber de placer carnal.
¿Entonces…?
Unámonos sin amor ni pasión sexual de ninguna clase. Nuestro acuerdo se basa únicamente en crear a un ser superior.
El padre espirituaaal… va a ser padre de verdaaad… 🎵
El vicario de Dios buscó una casa a las afueras de El Ferrol. La cita fue una tarde de finales de invierno de 1913 que doña Aurora recuerda así:
FRIALDAD Y ASCO Fui con la fría serenidad que acompaña siempre a mis actos importantes. Lo hice sin gazmoñerías ni comedias vodevilescas. Y por él no experimenté más que asco y desprecio.
El primer intento no dio el fruto y tuvieron que verse en aquella casona una tarde más…
Tracatááá… 🎵
Y otra tarde más…
Tracataca, tracatáááááá… 🎵
Y cuando al fin se quedó embarazada…
¡Biiingo! 🎵
… dejó El Ferrol y se fue a Madrid. Ahí empezaría su nueva vida.
¡Vamoooh! 🎵
Aurora buscó una casa en las afueras de la ciudad para no respirar toxinas. Quería que su embarazo fuera lo más salutífero y vigoroso posible.
Fue un embarazo de cuartel.
Dieta estricta, 💃🏽
descanso riguroso, 💃🏽
lectura, 💃🏽
paseos, 💃🏽
meditación. 💃🏽
No leía periódicos. No hablaba con nadie. 💃🏽
No quería que nada ni nadie le diera un disgusto. 💃🏽
Llevaba una vida higiénica y metódica en aras de dar a luz a un ser excepcional. 💃🏽
Es la redentooora… de la humanidaaad… 🎵
El 9 de diciembre de 1914 llegó la criatura al mundo. Ese día nació su hija Hildegart. Aunque no pudo inscribirla así porque en el Registro Civil solo admiten nombres del santoral católico.
María Luisas y to las maris del calendario.
La inscribió como Carmen por puro trámite, pero hacía tiempo que Aurora había confeccionado un nombre a la altura de lo que esperaba de su hija. Ese nombre era: SOLEMNIDAD Hildegart.
Que no es un nombre alemán.
Es un nombre a medida formado por la palabra «Hilde», que significa sabiduría, y la palabra «gart», que significa jardín.
Un jardín de sabiduría… encarnado en una mujer… 🎵
Desde el mismo día que Hildegart abrió los ojos, su madre se afanó en enseñarle a leer, a escribir y a pensar. Todos los juegos tenían un fin educativo. Y cuenta doña Aurora que el destino estaba tan presente en la niña que la primera palabra que dijo no fue «mamá». Fue «vida».
Un día la niña le pidió un juguete nuevo y doña Aurora le regaló una máquina de escribir portátil.
Gato por liebre.
Y quiso el destino contentar a doña Aurora porque Hildegart resultó ser una niña prodigio. A los tres años ya leía y escribía. ¡Era de una precocidad asombrosa!
Doña Aurora estaba tan feliz con su nena superdotada. Pero un día… cuando Hildegart tenía 4 años… una vieja amiga de El Ferrol le contó una cosa espantosa:
Vaya, vaya con nuestro querido cura. Qué engañadísimos nos tenía a todos. Lo creíamos poco menos que un santo y lo que es ¡es un perfecto sinvergüenza!
Doña Aurora no le preguntó más detalles porque no quería que nadie sospechase que ese cura era el padre de Hildegart. Pero hizo averiguaciones por su cuenta y el sacerdote resultó ser un golfo de cuidao. ¡Hasta había seducido a su sobrina de 14 años!
Doña Aurora no le preguntó más detalles porque no quería que nadie sospechase que ese cura era el padre de Hildegart. Pero hizo averiguaciones por su cuenta y el sacerdote resultó ser un golfo de cuidao. ¡Hasta había seducido a su sobrina de 14 años!
Muchas noches me quitó el sueño pensar la influencia que ese hombre podía tener en Hildegart. Pensaba en los efectos perturbadores de esa mala levadura en la obra que yo creía perfecta.
Pero como veía que Hildegart era obediente, inteligente y comprometida, pensó que podía corregir cualquier influencia morbosa del padre.
Doña Aurora se afanó aún más en sacar lo mejor de ella. La puso a estudiar tanto que con solo diez años hablaba perfecto español, alemán, inglés y francés. Aunque tanto estudio tuvo un precio. Recuerdo un día en que Hildegart nos dijo a sus amigos del periódico:
VOZ ADOLESCENTE Es que no he tenido infancia. La necesité para estudiar sin descanso de día y de noche.
Doña Aurora insistió en enseñar a su hija dos disciplinas:
filosofía racionalista y sexualidad.
No te flipes, que no es porno. Es ciencia en el sexo.
Hildegart acabó el bachillerato a los 13 años y su madre pidió un permiso especial para que pudiera ir a la universidad de Derecho.
A esa edad Hildegart ya era muy consciente de la responsabilidad que su madre había puesto sobre ella y, con seguridad y firmeza, dijo que quería empezar su tarea mesiánica.
Entonces Aurora dudó. ¿Sería aún pronto? Al fin y al cabo Hildegart era solo una chiquilla de 13 años. Pero un día de invierno la adolescente se dirigió a su madre y con determinación le dijo:
CONVICCIÓN Hoy cumplo 14 años. Es la edad que me habías fijado tú y que yo había aceptado para empezar mi tarea. No quiero esperar más, porque ya tengo fuerzas suficientes.
No había opción. Y Aurora asintió.
Buda, Mahoma y todos los profetas… 🎵
Pasaron como fugaces cometas… 🎵
Y tú te dejarás matar… 🎵
Cual Jesucristo superstar… 🎵
Josefina, he cogido varias fotos del archivo.
La veo muy concentrada en su máquina…
SORPRENDIDA Es que… todavía me sorprende el infierno que vivió Hildegart… Nosotros veíamos cosas raras, pero… pero en realidad no sabíamos de la misa la media.
Don Mariano, ¿se acuerda que decíamos que doña Aurora era la sombra de Hildegart?
Claro. Algunos chistes hacíamos…
Pues era mucho más que eso. Era su conciencia y su carcelera.
EXCLAMACIÓN Buoh… Siga escribiendo, que esta historia no tiene desperdicio.
Mm… Un título rápido para este bloque…
Podría ser… ¡Ya lo tengo!
Hildegart: la intelectual que abogó por la liberación de la mujer
Hildegart estaba a punto de empezar la carrera de Derecho. Tenía solo 14 años y ya escribía como una mujer adulta. Un día se envalentonó, envió un artículo al periódico El Socialista y en la redacción se quedaron con la boca abierta.
ADMIRADO Oigan, ¿alguno de ustedes ha leído el artículo que ha llegado esta mañana?
Sí, es buenísimo.
Lo firma una tal Hildegart. ¿Alguien sabe quién es?
No, nunca he oído ese nombre.
A mí no me suena.
Pero en pocos meses, el nombre de Hildegart se hizo muy conocido.
Empezó a escribir en varios periódicos. Empezó a publicar libros. Y empezó a dar conferencias junto a grandes intelectuales españoles ¡e incluso extranjeros!
A los 17 años ya era licenciada en Derecho y había empezado a estudiar Medicina. Esas dos carreras eran el pilar de los dos temas a los que dedicaba su vida.
El primero era la mejora de las condiciones de vida de los obreros.
Y el segundo: la sexualidad.
Va a suceder… el verano del amooor… 🎵
Ya va a llegar… la espléndida revolución sexuaaal… 🎵
Hildegart pedía la abolición de la prostitución y el control de la natalidad. ¡Que es eso de parir sin parar! La mujer tiene el derecho a decidir cuántos hijos quiere traer al mundo.
¡Malas madresssss!
Hildegart era una publicista de esta ciencia tan reciente llamada Eugenesia. Y en nombre de esta disciplina planteó un nuevo derecho para proteger la salud de las mujeres y de las generaciones del futuro. Pidió establecer «el delito del contagio venéreo».
Folladores sin condón, ¡a prisión!
Parecía que Hildegart tenía una vida privilegiada porque allá donde iba causaba admiración.
Daba conferencias junto a mujeres como Carmen de Burgos, Clara Campoamor y Victoria Kent. Sus libros y sus artículos sobre sexualidad se leían en Francia, Inglaterra y Alemania.
Mantenía correspondencia con un hombre de ciencia de prestigio universal: el médico y sexólogo Havelock Ellis.
Qué tío más guapo… de barba blanca y de ojos claros… 🎵
Y fue la intérprete y ayudante de H. G. Wells cuando el escritor británico visitó España.
Con su mostacho… más bien castaño… 🎵
Hildegart parecía una joven de mundo. Pero la realidad era muy distinta. El único mundo de Hildegart era la casa donde vivían ella y su madre, ¡las dos solas!, ¡una pegada a la otra!... y en ese mundo empezaba a fraguarse una guerra...
Entre nosotras se abría un verdadero abismo. Estábamos en una pendiente que habría de conducirnos a la tragedia.
Hildegart quería tener amigas, ir a un café, dar un paseo…
Pero Aurora estaba siempre a su espalda, acechando, y no lo iba a permitir. ¡Menos aún que se echara un novio!
Un noviete pa hacer manitas.
ENFADADA Me contrariaba que Hilde perdiera el tiempo con bromas y conversaciones insustanciales. Era tanto lo que tenía que hacer que necesitaba aprovechar todos los minutos de su vida.
Pero ocurrió… que Hildegart… empezó a coincidir en varios mítines con un teniente alcalde de Barcelona llamado Abel Velilla.
Te aviso yaaa… que na de naaa… 🎵
Que tú no estás… pa pillar cacho… 🎵
Velilla es un joven brillante, de palabra fácil, que la trataba como a una muchacha normal. ¡Y a ella le encantaba! porque lo habitual era que la mirasen como a un prodigio de feria o a un monstruo sagrado.
Nadie sabe si surgió el amor entre ellos dos, pero dicen que aquello… era puro caramelo.
Y túúú… no has de teneeer… sentimieeentos de mujer… 🎵
Doña Aurora ardía en cólera solo de pensarlo.
Hildegart enamorada, rendida y entregada a un macho sería una hembra más, que olvidaría su misión para solazarse en el simple y animal placer de la carne.
TAJANTE ¡Aquello era intolerable!
He dedicado casi veinte años a crear una mujer excepcional, un ser superior, una obra perfecta de inteligencia y ambición que sea capaz de redimir a todas las mujeres. ¿Podría renunciar a ello solo porque Hilde cayera en la vulgaridad de enamorarse de un hombre?
Y había algo más que sacaba de quicio a doña Aurora. Algunos intelectuales recomendaron a Hildegart que se fuera a Inglaterra porque España no es un lugar para hacer carrera.
Aquello era un corral de beatas y monjas.
A Hildegart le pareció muy buena idea. ¡Eso es lo que quería hacer!
¡Quería irse a vivir a Londres! Y a vivir… ¡sola!
¡¿Sin su madre?! ¡Pero qué cojones!
Cada día tenía menos influencia en ella. Eran otros los que iban ganando terreno en su espíritu, hasta que consiguieron enfrentarme violentamente con ella.
Hildegart empezó a reclamar su libertad y doña Aurora no quería ni oír hablar del tema. Las discusiones eran cada vez más frecuentes…
MUY ENFADADA ¡Estoy harta de ti, de tu megalomanía, de tu sed de dominio! Con todo tu aire de mujer progresiva y avanzada, intentas volver a las costumbres más viejas y odiosas. ¡Los hijos no son propiedad de los padres! ¡No puedes gobernarme como a un muñeco!
¿Olvidas que tú naciste por voluntad mía para realizar una misión?
¿Una obra…?
PISA A SU MADRE CON VOZ ALTA Y ENFADADA No olvido que tus sueños y tus ambiciones son una carga y un estorbo para cualquier mujer joven.
¡Yo quiero vivir mi vida!
¡La mía! ¡No la que tú has pensado para mí!
Quiero irme adonde sea para no tenerte siempre pegada a mí como una sombra.
Cada día hablaban menos. Y una tarde de primavera, Hildegart rompió el silencio para decir algo que sonó como un trueno:
Ya estaremos muy poco tiempo juntas. Pienso marcharme pronto y vivir mi vida.
¡Eso sí que nooo! 🎵
De mi lado no te largarááás… jamás nunca jamááás… 🎵
Doña Aurora no podía ni pensar esa idea. La única forma de soportarlo era el suicidio. Subió a la azotea y probó el revólver que había comprado para defender a Hildegart.
Pero poco antes de apuntarse a ella misma, reparó en algo:
Suicidarme hubiera sido mi última equivocación. Sería el mejor favor que podría hacer a los que habían desviado a Hildegart de su camino.
Doña Aurora volvió a intentar que su hija se quedara con ella, pero Hildegart ya tenía una fecha para irse a Londres.
Esa tarde la trifulca fue monumental. Regañaron durante horas y…
Sí, maté a mi hija y no me arrepiento. Pero para tener el valor, fue necesario que Hilde me pidiera… me suplicase una y otra vez que acabara con ella.
Josefina, ¿le queda mucho?
Me queda contar una cosa que no me creo. ¿Pues no dice doña
Aurora que fue Hildegart quien le pidió que la matara?
SORPRENDIDO ¿Hildegart?
A mí me huele a que se lo ha inventado para que le cuadre su historia monstruosa.
Venga, venga. No la entretengo y ahora lo leo cuando lleve la interviú a imprenta.
Aurora de sangre
La tarde antes del asesinato la madre y la hija volvieron a discutir.
Y cuenta doña Aurora que al caer la noche…
FRÍA Hilde me suplicó centenares de veces que la matara.
¿Por qué?
Porque entendió que yo tenía razón. No estaba a la altura de su misión y había defraudado mis esperanzas.
Lo dice con su rabiosa frialdad y su tranquilidad de siempre. Pero cuesta trabajo creerla. ¿Cómo es posible que Hildegart cambiara, de pronto, de esta forma tan rotunda? Si de verdad fue así, ¿por qué no se lo dijo al juez cuando se entregó?
Doña Aurora cuenta ahora que su hija, derrotada, le dijo:
La única salida es suicidarme. Pero me faltan fuerzas…
Entonces se lanzó a los brazos de su madre, y entre sollozos, le suplicó:
SOLLOZOS Tú, que echaste sobre mí esta carga, tienes que librarme de ella. Tú tuviste el coraje de crear una obra perfecta y ahora debes tener ese coraje para destruirla.
Doña Aurora cuenta que Hildegart se acurrucó en sus brazos para que la durmiera, como hacía cuando era pequeña.
La mujer se volvió niña y yo volví a acariciarla. Parecía como si fuera deshaciéndose poco a poco entre mis brazos… Cada vez la veía más pequeña, más pequeña… Ya no hablaba… Solo de vez en cuando
SUSURRO ¿Lo harás?
No pude contenerme en la interviú y me arranqué con una acusación más que una pregunta. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Cómo pudo matar a su hija aunque ella se lo pidiera de verdad? ¿No sentía dolor?
Es mucho más penoso matar a una hija que parirla. De parir, son capaces todas las mujeres. De matar a sus hijas, solo algunas.
Doña Aurora sigue su historia. Cuenta que Hildegart se acostó a dormir en su cama y ella fue a la mesilla donde guardaba el revólver. Abrió el cajón, lo cogió y lo examinó. Estaba cargado y parecía que funcionaba de forma correcta. Puso una silla al lado de la cama de su hija y se sentó a esperar que estuviera dormida.
Doña Aurora pasó la noche mirando a Hildegart con la pistola en la mano. A las cinco de la mañana empezó a clarear… Hildegart, somnolienta, sin abrir los ojos siquiera, le preguntó a su madre:
SOMNOLIENTA ¿Todavía no, madre?
Duerme, hija, duerme.
Ya no podía retrasarlo más porque el alba se estaba levantando, e Hildegart se despertaría. Entonces…
Me aproximé a ella, como si una fuerza superior me empujara al crimen. El instinto maternal se había esfumado sin dejar rastro y mi pensamiento era una flecha que no se detendría hasta clavarse en el blanco.
Fue un instante terrible. Toda mi vida parecía concentrarse en el dedo que apretaba el gatillo.